La Integración en psicoterapia
Un espectador ajeno podría pensar que la perspectiva integradora equivale a un eclecticismo técnico; esto es, una práctica profesional basada en tomar técnicas provenientes de diversas escuelas sin necesidad de que se conecten en una red teóricamente coherente.
Sin embargo, integrar técnicas y conceptos de diversas corrientes consiste en la elección consciente y consensuada de las técnicas que, a juicio del clínico, puedan resultar más valiosas para conseguir un cambio.
En función de la fase de la psicoterapia en la que nos encontremos o de las posibilidades de trabajo que ofrezca la persona, se atenderá el problema desde perspectivas más psicodinámicas, conductistas o cognitivistas.
El hilo que va dando sentido a ese trabajo longitudinalmente es la nueva narrativa que terapeuta y persona construirán juntos acerca del origen, mantenimiento y posible solución de un problema.
Esta narrativa no es posible sin una adecuada formulación del caso que se cimenta en las sesiones iniciales.
En una realidad cambiante, en una modernidad “líquida” como la llama Bauman, no encuentro razones para acercarse al problema de otro ser humano desde una perspectiva estática, dogmática, que ciña a esa persona y su problema al corsé de la suerte que uno haya podido experimentar como terapeuta.
Creo, en cambio, como decía Pinillos, que “el psicólogo que solo sabe psicología ni psicología sabe” y que para ayudar a alguien es necesario estar abierto a diferentes maneras de entender este oficio y a distintos procedimientos técnicos.
Ahora bien, los intentos científicos por aprehender la práctica de la psicoterapia nos han dejado en los últimos años descripciones rigurosas, basadas en la investigación, sobre los tratamientos y técnicas más eficaces en el tratamiento de los trastornos mentales. No podemos, en ningún caso, por respeto a las personas que acuden a nosotros y a este oficio, trabajar de espaldas a estos resultados y al rigor.
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